Sin Consentimiento

_sinSexura
Año 1/Número 02
amor DESCOMUNAL
.:. por. Marcial Soto - Sánchez


¿Imaginas ser feliz por saber que tu pareja ama a otra persona, sin sentirte “adornado”?
Yo no. Sin embargo, éste es el principal mandamiento de uno de las tantas “religiones” de amor que comienza a ponerse de moda ―mismo perreo― en el mundo en el que vivimos. Hablo del poliamor, un movimiento que pretende destronar a la monogamia como única manera de disfrutar y vivir el amor.

Y es que, en teoría hasta las ideas más bizarras de las películas de Leonidas Zegarra ―sí, el mismo al que se le ocurrió darle protagonismo a la tía “Chuchi” en la pantalla grande― pueden parecer realizables y con éxito. Quiero decir ¿En verdad se puede lograr amar a más de una persona? Y mas aun ¿Podrán éstas amarse entre sí, por defecto? Eso sería lograr algo que ni en divino unigénito puede hasta ahora, y eso que su “ámense unos a los otros” ya ha durado más de dos milenios, o ¿será que los poliamorosos se lo tomaron al pie de la letra? Si has de preguntarle a uno, lo último que te dirá será que su doctrina profesa una poligamia maquillada.

Con frecuencia suelo decir que el hombre siempre sabe cómo arreglárselas esté en la situación en la que esté. A las pruebas me remito: Sintió el hombre que quería el “producto” pero primero quería verlo “sin compromisos” y salieron a flote las “relaciones abiertas” (Open Relationship, para los alucinados), buscó “sacar los pies del plato” sin sentirse culpable e inventó los tríos (para los huachafos, Ménage a trois), le pareció más dulce la manzana del jardín del vecino y nacieron los Swingers (Intercambio de pareja). Pero ¿Qué pasó realmente para que se ingeniase la poliamoría? ¿Alguien se sintió con mucho amor para repartir? ¿Insatisfacción?

Si uno, de mente peruana, quisiese criticar su forma tan utópica de formar sus relaciones diciendo que no tienen estabilidad emocional como para tener una sola pareja, inmediatamente alegarán que pasa absolutamente lo contrario, es decir, tienen tal capacidad de amar que pueden hacerlo hacia varias personas, “como un padre con sus hijos”.

Todo ello recae en unas palabras que se nos vienen a la mente: ¿Promiscuidad? ¿Poligamia? ¿Infidelidad? No es difícil imaginar todo ello, pues vivimos en una sociedad en la que la fidelidad sólo llega a ser parte de un simulacro fallido; en un mundo de lemas donde “ojos que no ven corazón que no siente” y “errar −poner cachos− es humano, perdonar es divino−de ilusos−”.

De tal manera que en estos grupos de amor la lealtad es mejor bienvenida que la fidelidad, así pues cualquier nuevo “amoroso” será bien acogido, previo consenso de los integrantes, hasta llegar a formar triángulos, cuadrángulos y cualquier otro tipo de poliedro sexual imaginable. Pero, ¡cuidado!, no vaya a creer que el poliamor consiste únicamente en sexo, muy por el contrario a veces ni lo implica.

Pero, si se puede vivir el poliamor sin necesidad de encuentros sexuales, quiere decir que ¿aunque no creas en su existencia quizá tú lo estés viviendo? ¡Asústate! Según ellos, la respuesta es que sí. Así que puedes tener tu enamorada y poseer una bonita amistad con la amiga a la que nunca vas a ver como “otra cosa” por que sólo llega a ser “buena gente”, pero para la teoría poliamorosa vives en una relación en la que es imposible fabricar un “mal tercio”. ¡¡ Así supliques renunciar a ello!!
Así, este movimiento no es provocado por
[...continúa]

[Lee el artículo completo en el segundo número de Sin Sangría: Edición Impresa]





Año1/Número 01
pateando CON LOS DOS PIES...
.:. por. Javier Camacho


Hace unas semanas, un amigo me contaba entre copas, una de sus últimas desventuras con su mujer. Al parecer las cosas no iban nada bien en su matrimonio, a juzgar por las tantas oportunidades en las que lo encontraba en la misma situación. “La amo, pero a veces no la soporto”, me decía él, con un aliento aguardientoso, mientras yo procuraba escucharlo sin beber más de la cuenta pues sería yo quien al final tendría que llevarlo de retorno a casa. Las copas iban y venían sin cesar, hasta que de pronto él parecía haber llegado al límite, empezando a llorar y lamentarse desconsoladamente, ante la mirada atenta del “bartender” quien acuciosamente no dejaba de acercarnos más tragos a la mesa. Hasta aquí no tendría que haber nada de sorprendente, toda vez que ésta escena es típica para muchos hoy en día. Lo atípico llegó horas después cuando inconscientemente, o tal vez más conciente que nunca, mi amigo pasó a olvidar por un instante a ‘ximenita’, para ponerse a añorar viejos momentos con un tal Juan José…

No es algo nuevo lo que estoy contando, y así como me ocurrió a mi, de seguro a muchos de ustedes les ha pasado o pasará algún día una experiencia similar. Mi amigo aquí no estaba inventando nada, ni ocultaba con Ximenita su homosexualidad, como de seguro varios ya se apresuraron a conjeturar. Tiempo después ya más calmados los dos, me confesó todo lo que hacía varios años había venido sintiendo pero que por obvias razones, no pudo ni quiso jamás contar a nadie: su más intima bisexualidad. Pero… ¿Es eso posible?, ¿existe realmente la bisexualidad?

Existe entre nosotros desde el primer coito de Eva, desde aquellos tiempos inmemoriales en los que se inició la reproducción ‘indiscriminada’ del bicho humano. Inclusive, algunos científicos han señalado recientemente que todos sin excepción nacemos bisexuales y posteriormente nos vamos definiendo en una orientación sexual. Así que no es nada nuevo hablar sobre el tema, aunque claro, hoy en día, como todo fenómeno poco conocido, existen siempre mayorías acusadoras que evitan se conozca más al respecto, calificándolo apresuradamente de inmoral o una perversión del hombre, aun peor que la mismísima homosexualidad. Esto sucede debido a que nuestra mentalidad sigue siendo binaria, típica mentalidad occidental construida en base a opuestos: bueno/malo, frío/caliente, homosexual/heterosexual, no hay lugar para el gris, el cual aún parece asustar y confundir a más de uno y por consiguiente, al no comprenderlo, pasa a ser rechazado tajantemente.

Vayamos ahora a algo básico: lo que significa ser bisexual, en una sociedad como la nuestra. En primer lugar, al no ser ésta una orientación extrema, inevitablemente se verá enfrentada a un doble rechazo, tanto de homosexuales como heterosexuales. Pelea injusta la que le toca enfrentar al ‘atrevido’ que se asuma como tal, ya que tendrá por un lado el dedo acusador de los primeros que lo consideran en su mayoría un traidor a la causa, o un simple camuflaje de la homosexualidad y al otro extremo a la mayoría heterosexual, quienes los ubicarán sin consulta previa en el lugar de los inmorales. Debe hallarse aquí la razón por la cual ésta ‘tendencia’, ha pasado a la lista anónima dentro del anonimato mismo y es muy difícil (salvo algunas excepciones) que uno de ellos dé a conocer abiertamente su orientación, sin morir en el intento.

Esta es la realidad con la que se enfrenta el bisexual hoy en día, debido a que aunque parezca increíble, ninguno de los bandos acusadores, logran entender que nadie tiene porqué sentir igual que el resto y jamás debe ser juzgado por ello. Si las minorías homosexuales, dicen insistentemente que el sentir atracción por alguien de su mismo sexo, es algo natural. Por qué entonces no podría ser natural también el hecho de que uno sienta lo mismo por ambos sexos. Lo antinatural sería exigirle a alguien estar con quién no quiere y limitar sus sentimientos intrínsecos. Esta sería pues una muestra más de que los prejuicios están hasta donde menos nos imaginamos.

Ahora bien, la bisexualidad en sí es bastante complicada, debido a sus múltiples matices. Existen, por ejemplo, aquellos heterosexuales, que por azahares del destino, descubren su bisexualidad dentro del matrimonio. Hay una presión tan grande, pues ni ellos mismos se llegan a comprender del todo, y muchas veces toman este sentir como algo sucio y vergonzoso, teniendo un cargo de conciencia y remordimiento que no les permite una vida feliz. Algunos de ellos optan por realizar estas prácticas de manera clandestina; razón por la cual hoy en día se ha estereotipado tanto la imagen del bisexual, pintándolo como alguien doblemente promiscuo por estar tanto con hombres como mujeres, y como el gran culpable de la expansión de enfermedades de transmisión sexual. Esto me parece bastante discutible debido a que considero que la orientación sexual jamás podría definir el contenido moral de una persona, su conducta y sus valores. Esto lo digo pues conozco otros casos en los que los bisexuales, son concientes del amor sincero que profesan por sus respectivas parejas, y aunque también aceptan que sexual y sentimentalmente pueden llegar a experimentar una gran satisfacción con gente de su mismo sexo, mantienen relaciones estables y duraderas con personas de cualquier sexo, sin caer en la promiscuidad.

Otro caso es el de aquellos que se declaran bisexuales abiertamente, siendo realmente homosexuales, esto debido principalmente a la supuesta “posibilidad del retorno”, a una condición heterosexual, que esta orientación les permite en la sociedad. Alguna vez alguien me contó que le había confesado a sus padres ser bisexual, siendo conciente de su homosexualidad, la razón era de que ellos creían que la atracción sexual que el sentía por otros hombres, no era más que una enfermedad, y por consiguiente siendo bisexual, estaría mas cerca de llegar a “curarse”, cosa por demás absurda, toda vez que tanto la bisexualidad como la homosexualidad no son enfermedades, y en definitiva no existe cura, eso sería tan ridículo como suponer que la heterosexualidad se cura con ‘jarabe de limón’ y tras ciertas dosis matutinas uno se volverá gay o lesbiana. Absurdo total. Hace ya mucho tiempo que los médicos dejaron de considerar estas tendencias como enfermedades; así que no hay razones para seguir creyendo eso.

Ser bisexual, lleva además consigo una carga ajena y odiosa: el bendito prejuicio que experimentan los homosexuales. En mi caso por ejemplo, debo confesarme como uno de esos especimenes raros y aún incomprendido por muchos conocido hoy en día como “open mind”, (mente abierta para los que entienden, gay caleta para los que no), no teniendo ningún problema con cualquier tendencia sexual que exista en el planeta. Es por ello que la primera reacción que tuve cuando mi amigo empezó a contarme parte de su intimidad, fue la de escucharlo muy atentamente sin interrumpirlo. Les pregunto ahora ¿Cómo hubiesen reaccionado en un caso similar? Salto de inmediato a darles las más comunes respuestas: “Uy, ¡Seguro que éste quiere conmigo!”, ¿Sería ésta una de ellas? A muchos les causará gracia, pero inconscientemente hasta yo, alguna vez, he llegado a imaginármelo. Como si la orientación sexual de las personas automáticamente les anulara el “buen gusto”. Claro que, el que ésa confesión traiga consigo otras intenciones camufladas, también es posible. Pero para ello, considero que un poco de empatía y comprensión es más que suficiente para sobrellevar el particular.

Reacciones más alucinadas pero existentes (créanme, las he visto) son las del típico ‘Open Mind’ anarquista, tumba sistemas, que ni bien alguien le confiese su orientación sexual, pasará de inmediato a decirle: “Oye, chévere eh... está de moda tener un amigo así”, siendo la cereza del pastel el famoso absurdo: “Te acepto”. ¿Qué es esto, por el amor de Dios?.... ¿De moda? ¿Te acepto?. Este tipo de reacciones no hacen más que traerme a la memoria esos latosos comerciales de Quality Products: “¡Llame ya! y llévese su bisexual a casa sin cargo alguno, lo puede usar toda su familia” (sin comentarios). Pero por fortuna (vaya que sí) están también aquellas reacciones mucho más sesudas y realistas, como la única que pude tener cuando mi amigo comenzó a explicarme sus cosas.

Debo terminar esto, advirtiéndoles que en definitiva, en temas sexualidad absolutamente nada está dicho, y que la tolerancia y el escuchar atentamente a las personas sin importar el credo, religión u orientación que tengan, es lo más importante antes de formarnos una idea al respecto. Que quede claro que ninguna persona heterosexual va a mutar de sexo sólo por tener amigos gays o bisexuales y tratarlos con cariño. No hay que tenerle miedo a la diversidad, mas bien, procuremos no ser parte del resto sino parte del cambio hacia una sociedad más tolerante.




_vírgenDeCorazón
Año1/Número 03
fantasía FINAL
Por: Marci Vonne/Imagenes: Sandra de la Cruz



Desde temprana edad, siempre tuve muchas y variadas fantasías sexuales -como la gran mayoría de hombres, he de suponer-: los besos lésbicos, la atracción hacia mujeres mayores, el voyeurismo, pero no había cosa que me quitara más el sueño que la idea de compartir la misma cama con dos mujeres, vale decir, los tríos. Se lo había propuesto a Mily, siempre cuidadosamente, pero como era de suponerlo, su cucufatería la hizo negarse heroicamente.

Berta es el tipo de amiga que Enrique detesta: superficial, hueca y demasiado
coqueta. Él la quiere lejos de mí, pues según dice, “lo estúpido se contagia”.
Pretende engañarme, fingiendo que quiere protegerme. Su plan de alejarla de mí,
no responde más que a otro – más macabro y obsesivo aun- : acercarse a ella.
Ella es la única imagen amical femenina que he podido conservar desde la
primaria. Él, simplemente es todo. Sé que sólo es una obsesión, y que como tal,
fenecería de una sola forma: satisfaciendo al sujeto obsesivo.


Berta es el tipo de chica a la que no le hablaría ni por cinco minutos seguidos. Es hueca, tontísima y sobre todo muy excitante. No quiero nada con Berta, pues de ella no sacaría más que doce minutos de placer. No la quiero cerca simplemente ni de mí, ni de Mily. Pues la tentación nos podría caer a los tres por igual. Así que la evito lo humanamente posible, y ya hasta me tragué que me desagrada.

Enrique alguna vez había tenido una de esas ideas absurdas y locas, que sólo a un tipo pueblerino como él se le podría ocurrir. Nadie saldrá lastimado, me explicó en aquella ocasión. Si él lo decía, tenía que ser cierto. Cuando me lo dijo aún era una niña. Ya no lo soy, y si fortalecer la relación estaba en mis manos, tenía que arriesgarme.
Sabía de sobra que la tercera persona, componente de esta locura contranatura, estaría de acuerdo. La frase: “solo vive la vida”, ha resonado en la mente de Berta tantos años, que por fin su psiquiatra podrá decir que la terapia está concluida.
Es así que aceptó mi inusual proposición, sin ninguna pregunta, más que “¿y donde lo hacemos?”

Podía entender que Berta aceptara la proposición de hacer un ménage a trois con tanta facilidad. Lo que jamás podré imaginar es como tal proposición logró salir de los inocentes labios de Mily. Todo lo habían acordado ya ellas -era la primera vez que no me molestaba que Mily planeara algo sin consultarme-.
Si la situación iba a ser muy especial, el lugar tenía que estar a la altura también. Les propuse ir al “Dreamer´s”, el primer hotel que pisé junto a Mily, -ella, con una sonrisa, parecía emocionada con la idea- bueno, también junto a Andrea, Luisa, Geraldine y…en fin, eso era parte de otra historia, la que importaba era la que estaba a punto de escribir junto a la chica que amaba y su odiosa y sexy amiga.

Llegamos al mismo tétrico hotel al que fui por primera vez con Enrique, y al que por cierto llevó en varias ocasiones a las que nunca consideró más que unas ‘buenas amigas’. - ¿Será que fui igual a ellas? - Enrique abrió la puerta, mientras la risa de Berta competía con el crujir de aquella madera mojada por ambos extremos de quien sabe qué. Todo estaba oscuro y ese memorable olor extraño, salió a flote de nuevo. El recuerdo de mi primera vez, se vio ensuciado con la presencia de Berta.
Recorrí el baño para ver si todo estaba en su lugar. Y sí, todo lo estaba.

Al llegar al lugar, donde por obra de magia un canal deportivo se convierte en uno porno, me pareció que todo estaba igual que la última vez. La recepcionista nos dio el mismo cuarto de siempre en el tercer piso. Al subir las escaleras mi mente se iba nublando y empezaba a cavilar cosas inesperadas. Al pisar el cuarto me paralicé y no logré pasar de la puerta, me recosté sobre ella como buscándole un soporte necesario para mi tembloroso cuerpo.

Luego de lavarme el rostro los vi: desnuda, ella pretendía jugar a la inocente, viendo el que fungía de canal 3 en aquel televisor, diciendo: “que hacen ellos”. La odie más, odie su cuerpo sinuoso, su perfecta pedicura y su escasa vellosidad. ¿Él?, él sólo la observaba desde la esquina de la habitación, pegado a la puerta, mirándola como nunca me miró a mi; parecía drogado por el aroma de su perfume, comprado de catalogo y que siempre quiso para mí. Ella sólo reía invitándolo con su sonrisa a pisar el colchón. Él, ni se inmutaba. Creo que esperaba que yo me fuera, total, la habitación parecía destinada a ellos solos. No quise acercarme más, solo quise llorar. La madurez con la que había planeado tal cita, se había escurrido por el lavadero.

Parado ahí en la puerta, estático, pude ver un panorama -paradójicamente- desolador: Mily salía del baño con una sonrisa mal dibujada que no combinada del todo con unos ojitos de llanto avergonzado, se hacía la valiente y me sonreía, mientras su amiga totalmente desnuda reía sin parar con lo que veía en la TV. Era la primera vez que una ausencia de erección no me avergonzada en lo absoluto y que por el contrario, irónicamente, me enorgullecía. “Las fantasías son fantasías y son hermosas como tal” me dije, no había necesidad de destruir su naturaleza trayéndola de manera tan accidentada a la realidad.
Salimos de aquel cuarto diciéndole a Berta que volveríamos en unos minutos.
- ¿Hace cuánto no vamos al cine? -le pregunte mientras bajábamos las escaleras.

-Ni me acuerdo- me respondió, tímida, encogiendo los hombros.

- Ok. Entonces ya es hora.

Desde aquella noche, jamás volvimos a saber de Berta, jamás volvimos al “Dreamer´s” y sobretodo, jamás intentamos destruir una fantasía-que podrían, bien, evocar sólo nuestras mentes- intentando sin suerte traerla a la realidad.



Año1/ Número 02
cuando AÚN QUEREMOS IR AL CIELO
.:. por. Ivonne Chiiroque

Sofía es la chica popular de la universidad: linda, de buen humor y sobre todo, algo hueca. Aun recuerdo la primera vez que la vi, sus rizos rubios, sus ojos caramelo, sus uñas largas…un cuerpo extraordinario. Mis años de chica linda en un colegio pueblerino -aunque me duela reconocerlo- se esfumaron el día que la conocí. Luego de un par de meses, mis ansias de eliminarla culminaron cuando nos hicimos amigas: descubrí -y con gran alegría- que su ‘belleza’ se había reducido únicamente a unas incontables sesiones en un exclusivo spá. Pero la cautela con la que había guardado sus ‘secretitos’ contrastaba con la constante proclamación de su honorable virginidad en cada evento donde el alcohol reinaba y las preguntas indiscretas no faltaban. Luego supe, por fuentes que no puedo revelar, que su presunta virginidad había resultado tan falsa como sus pestañas y sus rizos. Algunos creían en su actuación, sobre todo los chicos de su fansclub. Otros –de más experiencia- se mordían los labios por no soltar una gran carcajada. Yo sospechaba, que muy dentro de sí, Sofía era conciente que su pose de chica sexy virginal no gozaba de mucha credibilidad y que perdía vigencia cada vez que lo comentaba. Con un simple ¡qué te importa! o un no hablo de mi vida privada, a sus 19 años, se hubiera evitado la disimulada burla general. Entonces pensé: ¿Acaso existe un lapso de tiempo en que las mujeres pueden tomarse la licencia de mentir deliberadamente sobre su virginidad? Si Sofía tuviera unos tres años menos, la gente lo pensaría dos veces antes de dudar de ella. Pero a sus casi 20, creer en su inexperiencia en las artes amatorias ya no era una opción.
Cuando tenía 8 años la canción de moda era SEXO de Los Prisioneros. Recuerdo a mi hermana y sus amigas, una década mayores que yo, corear ahora la virginidad es una cosa medieval, con la potencia como se canta el himno nacional antes de un partido de la selección peruana. La letra de esa canción era tomada con tanta seriedad, que creí que en los siguientes años una joven que certificara su castidad, constituiría toda una vergüenza. Ahora me doy cuenta que las canciones no pasan de moda, pero la euforia colectiva por una canción, sí. Actualmente una chica de menos de 18 años no podría decir que le avergüenza ser virgen; por el contrario, anunciar que aun conserva adecuadamente su himen (sin ningún tipo de autoexploración) es todo un motivo de orgullo. Pero el drama va para las que, por motivos diversos, ya lo perdieron. Tener menos de 18 y decir que ya no eres virgen, sería mal visto, incluso por las mentes más liberales de este mundo dominado por hombres. De esta manera la virginidad [... continúa]

[Lee el artículo completo en el segundo número de Sin Sangría: Edición Impresa]






Año 1/Número 01

japón EN EL SILLÓN
.:. por. Ivonne Chiroque

A MIS 19 AÑOS aún no encuentro las ventajas de ser mujer…

Hace tres días visité a los padres de mi enamorado. Considerando que era la primera vez que lo hacía, mi presentación tenía que ser impecable. No estaba preparada para conocerlos, ya que según lo que me había contado la ex de mi algún día prometido - que por cierto, desde hace 5 meses, es mi mejor amiga - la madre era una fanática de la limpieza y el padre, un mediano empresario con aires de magnate. Ambos habían rechazado a las únicas 4 enamoradas de su hijo durante los últimos tres años. Según la madre, las aspirantes no habían aprobado el examen de limpieza que ella les hacía ni bien pisaban la alfombra europea de siglo XVIII que adornaba su sala; según el padre, las jóvenes carecían de ambiciones y no ‘sabían lo que querían’.

Días antes de la presentación había discutido constantemente con mi enamorado. Odiaba su primitiva forma de comer, sus bromas de tipo homosexual, y su comportamiento lujurioso. Ni siquiera quería que me toque. Sus manos, que se habían acostumbrado a juguetear dentro de mis pantalones holgados y de mis polos escotados, ahora las sentía sumamente repugnantes. No entendía cómo se atrevía a tocarme luego de ir al baño, saludar a sus amigos y peinar sus grasosos cabellos con los dedos. Simplemente, no lo soportaba.

Viendo que ya no me soportaba ni a mi misma, decidí buscar a mi mejor amiga, Sofía. Era mi psicóloga personal y testigo de mis más hondas penas. Nunca se equivocó en alguno de sus consejos y sabía que estaría allí para ayudarme. Le dije que me sentía gorda, y me recomendó la dieta de la manzana; le dije que me dolía la parte baja de la espalda, y me llevó a un Spá; le dije que mi enamorado me llamó loca histérica, y me aconsejó que lo deje…o que le saque celos.
Las cosas estaban saliendo bien, había logrado controlar mi mal humor y capturar la atención de Enrique gracias a su amigo Marco, con quien había sido más atenta. Enrique me explicó que mi comportamiento no le convenía a nuestra relación; y yo, fingiendo que lo comprendía, decidí olvidar las violentas escenas pasadas. Además terminé por aceptar la propuesta que desde hace dos meses me había hecho para conocer a sus padres.

Y el no tan ansiado día llegó. Fui llevada a la fuerza solo para no empeorar mi situación sentimental. Decidí ponerme lo más fashion que encontré en mi guardarropa. La dieta de la manzana no había funcionado del todo, y el pantalón que hace un par de semanas me quedaba a la perfección, ese día tuve que hacer maravillas para subir el cierre.

Llegué a la casa de estilo colonial, típica en el centro de Lima. Enrique me abrió la puerta; estaba tan elegante…las camisas le quedan bien, pero no me conviene que se las ponga en la universidad: eso atraería a las resbalosas. Me hizo esperar en la sala, mientras terminaba de preparar el cóctel de fresa que había dispuesto para la ocasión. Sentada allí, sola, mientras los nervios me despedazaban y deseando que sus papás no terminen nunca su acicalamiento en la habitación principal, me puse a pensar en todas la razones que pudieron haberme hecho actuar de manera tan insoportable durante esos días. Había estado tan preocupada por los exámenes y los trabajos que había perdido la noción del tiempo y no me había percatado de lo que realmente me estaba sucediendo. Sostuve un cojín sobre mis piernas y me apoyé allí; era blanco igual que todos los sillones, lucía muy antiguo pero era elegante. Me imagine a la señora Clara limpiando diariamente sus muebles para que se vieran así.
Escuché que alguien bajaba de las escaleras, era ella. Me puse de pie y ella hizo un recorrido de mi cuerpo con su mirada. Lo último que recuerdo cuando me puse de pie es un gran descenso entre mis piernas; volteé y una gran mancha roja era absorbida por el sillón. La señora me miró, sonrió y me dijo: ‘no te preocupes de eso se encarga la chacha’…

A los indefinidos: ¿todavía quieres pasarte a nuestro equipo?

posted by .:: El Editor ::. @ 1:42 a. m.,

4 Comments:

At 11:41 p. m., Anonymous Anónimo said...

mmm FELICITACIONES AMIGO... hiciste ver COMO ES LA VIDA EN REALIDAD AUNQ ALGUNOS NO LO ACEPTEN PERO ES LA REALIDAD.
UN ABARZO SIGUE ASI.. CON TUS METAS
ABRAZOO
TU PATA jorghito.boy

 
At 10:20 p. m., Blogger Maxi Sánchez said...

Como que esa chica escribe bien no?? Pa mi que tiene mucho futuro expresa elocuentemente sus ideas, me parece muy interesante...Saludos y suerte Sin Sangría

 
At 10:23 p. m., Blogger .[Editor]. said...

Si pues me gusto tb lo que escribio Ivonne...

 
At 10:36 p. m., Anonymous Anónimo said...

LA PRESENTACIÓN FUE BUENA!!!!! ah peo la revista esta buenaza los felicito , se puede mejorar, pero eso no hay q decirlo seguro q lo hacen..son un super grupo, suerte

 

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